DEL MITO AL LOGOS O CUANDO SUS REMEDIOS TAMBIÉN MATAN
Drama, tan desgarradora como clarificante, es la palabra que mejor define los aconteceres de una ciudad, antaño próspera, como Totana. Sus ciudadanos, fustigados sin descanso, merodean las riveras de la desesperación y agonía, entre medidas tan numerosas como incomprensibles, a tenor de los resultados registrados. El euro, cual demonio que todo lo puede, se aleja sin remordimientos de las despensas. Negocios, con monedas bajo sus lenguas, apestillan sus persianas esperando al emisario del Hades. Caronte, la figura de mi querido gobernante, viene a llevarnos al mundo por el curso del Aqueronte; sin embargo, ha perdido el rumbo, bracea el remo sin sentido. Nada parece tener solución y la dama fortuna nos da la espalda con toda lujuria. Así es como nacen los mitos, pasan de generación en generación, adulterados, amañados, incluso, en ocasiones, envenenados. Pero señores, estamos en el funesto año 2020 y los mitos quedan para los grandes textos y maestros literarios, para susurros en las esquinas de los barrios, o para cuchicheos propios de tertulias insulsas o fantásticas, según discurra su propósito. Totana necesita de sus mejores emisarios que, en forma de gobernantes, nos ayuden a salir del infinito pozo en el que nos han metido. La filosofía nace para desterrar al mito al mundo de la fantasía, del recuerdo, o de noches de braseros y castañas.
La medicina nace con la única intención de sanar al enfermo, nunca para estrangularlo. Cuán endiablado sería el sanitario que, afanado en sus menesteres, obviara que los efectos secundarios son más nocivos que los beneficios obtenidos. El dilema planteado es absolutamente falso, no hay salud sin economía, ni economía sin salud, pues sus destinos están entrelazados desde la primera chispa de vida hasta el último intercambio. ¿Qué es la salud, sino una absoluta economía? ¿Qué es la vida? Una gestión de los recursos, siempre escasos, obtenidos por el esfuerzo de quien los necesita. La elección, mis queridos gobernantes, abrir una puerta sabiendo que renuncias a otras muchas, es nuestro destino.
Las decisiones escriben los dictados de nuestras vidas, los diarios de la memoria registran algunas de las que nunca se contaron. Pero ese es el precio que tiene a pagar una decisión, y un cúmulo de ellas, como es la andadura vital.
La responsabilidad, anudada a sus labores, es ineludible al cargo, cruzar los brazos y esperar el transcurrir de los acontecimientos no es un camino recomendable, ni si quiera debería ser contemplable. Hasta la fecha, medidas pioneras, a todas luces, muestran su fracaso. Una y otra vez se intenta combatir el mal (Covid-19) con los mismos remedios y los resultados, para variar, son siempre los mismos. ¿Hasta cuándo podrán aguantar los ciudadanos de Totana?
Sus ayudas, pistolas de agua para sofocar incendios, son a todas luces insuficientes, casi irrisorias. Si cubriesen la totalidad de las pérdidas tampoco serían suficientes, pues no estamos en el juego de una economía de suma cero (donde las ganancias menos las perdidas suman cero). Ustedes saben, a poco que tengan leves nociones económicas, que en los intercambios surgen nuevos valores que ustedes se niegan a admitir. El daño irreparable ya está hecho, ahora solo esperamos que sean valientes y, de una vez, piensen en sus ciudadanos. La hostelería y un gran número de negocios siguen cerrados y los casos siguen un creciente proceso, somos la ciudad de España más tiempo en lo que anteriormente ustedes llamaban fase 1. Totana parece el reo que espera sentencia en la penitenciaría, pero se olvidaron de llevarle agua y comida; si siguen por estos derroteros la sentencia será inútil, el acusado corre el peligro de morir de inanición.
Los negocios de su pueblo esperan en las colas del hambre, famélicos, intentando mantener la postura erguida a pesar de sus escasas fuerzas. Los alimentos (recursos monetarios), no se encuentran a su paso y los familiares y amigos no pueden seguir sosteniendo la ayuda que los mantiene vivos. Únanse, tomen las medidas que sean necesarias para solucionar esta situación o mucho me temo que en las próximas elecciones todos (diferentes partidos políticos), tendrán pocas papeletas para el recuento. Ha llegado el momento de que cada uno asuma su responsabilidad, las gentes que viven en la ciudad de Totana están hartas de sus disputas de ideales y siglas, eso no resuelve los problemas de sus ciudadanos, ayúdennos o váyanse, váyanse todos sin dejar herederos, y como decía mi nefasto vicepresidente del gobierno: “cierren la puerta al salir”.
Juan Francisco Nortes Martínez, filósofo.
Pedro
29 de noviembre de 2020 @ 19:39
El artículo es, sencillamente, sublime. Perfectamente entendible por el ciudadano medio y muy clarificador de la actual situación por la que atraviesa Totana.